miércoles, 1 de marzo de 2017

Ayuno y oración (Mt 6, 1-6. 16-18)


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará".
Al darse inicio hoy al tiempo de cuaresma, hemos creído conveniente publicar la meditación del Papa Francisco en el miércoles de ceniza del 2014, en la Casa de Santa Marta:
“Conversión es la palabra clave de la Cuaresma, un tiempo favorable para acercarse a Jesús. Todos tenemos que cambiar de vida, buscar el bien en nuestra alma, donde siempre encontraremos algo. La Cuaresma es precisamente para arreglar la vida acercándose al Señor, que nos quiere cerca y nos asegura que nos espera para perdonarnos. No obstante, el Señor quiere un acercamiento sincero y nos pone en guardia de ser hipócritas.
¿Qué hacen los hipócritas? Se maquillan, se maquillan de buenos: ponen cara de estampita, rezan mirando al cielo, se muestran, se consideran más justos que los demás, desprecian a los demás. Pero dicen: ‘y soy muy católico, porque mi tío es un gran benefactor, mi familia es ésta, y yo soy… he aprendido… he conocido a tal obispo, a tal cardenal, a tal padre… yo soy…’. Se sienten mejores que los demás. Esta es la hipocresía. 
El Señor dice: “no, eso no”. Ninguno es justo por sí mismo. Todos tenemos necesidad de ser justificados. Y el único que nos justifica es Jesucristo. Por esta razón debemos acercarnos al Señor, para no ser cristianos disfrazados que cuando pasa esta apariencia, se ve la realidad, es decir, que no son cristianos.
¿Cómo hacer para no ser hipócritas y acercarnos al Señor? La respuesta nos la da el mismo Señor cuando dice: “Lávense, purifíquense, alejen de mis ojos el mal de sus acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien”. Esta es la invitación. 
¿Cuál es el signo de que vamos por el buen camino? Socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda. Ocúpense del prójimo, del enfermo, del pobre, del que tiene necesidad, del ignorante. Esta es la piedra de parangón. Los hipócritas no saben hacer esto, no pueden, porque están tan llenos de sí mismos que están ciegos para mirar a los demás.
Cuando uno camina un poco y se acerca al Señor, la luz del Señor le hace ver estas cosas y va a ayudar a los hermanos. Este es el signo, este es el signo de la conversión. El signo de que estamos con Jesucristo es éste: atender a los hermanos, a los pobres, a los enfermos, como el Señor nos enseña.
La Cuaresma es para ajustar la vida, organizar la vida, cambiar la vida, para acercarnos al Señor. El signo de que estamos lejos del Señor es la hipocresía. El hipócrita no tiene necesidad del Señor, se salva a sí mismo, así piensa, y se viste de santo.
El signo de que nosotros nos acercamos al Señor con la penitencia, pidiendo perdón, es que nosotros cuidamos a nuestros hermanos necesitados. Que el Señor nos dé a todos luz y coraje: luz para reconocer lo que sucede dentro de nosotros y coraje para convertirnos, para acercarnos al Señor. ¡Es hermoso estar cerca del Señor!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.