P. Carlos Cardó, SJ
La masacre
de los inocentes. Óleo de Nicolás Poussin, Museo Condé de Chantilly, Francia.
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Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: “En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos”.
Sin
pretender ofrecer un relato biográfico, pues no es esa su intención, san Mateo quiere
hacer ver en este pasaje de su evangelio que Jesús fue desde el inicio de su
vida un Mesías aceptado por unos y rechazado por otros. Lo aceptan los sabios
que hacen un largo camino de búsqueda y lo adoran como Rey y salvador. Lo
rechaza y quiere su muerte Herodes. José y María con el Niño tienen que huir. La
familia de Jesús, lejos de vivir cómodamente instalada, padeció las amenazas,
inseguridades y temores que hoy viven muchas familias.
Desde otra
perspectiva, el texto es una presentación de la historia de Israel vista desde
Jesús. La historia de Israel es profecía de la historia de Jesús. La huida a
Egipto por la amenaza contra la vida del Niño recuerda el traslado a ese país de
Jacob y su familia para sobrevivir del hambre (Gen 45, 1-7). A su vez, el odio de Herodes contra el Niño Jesús evoca
la violencia del Faraón contra los primogénitos de los judíos (Ex 1, 15-16).
La huida a
Egipto, el exilio y la vuelta a Palestina, lleva al evangelista a recordar las
palabras de Oseas (11, 1): de Egipto
llamé a mi hijo, que se refieren a Israel y su salida de la esclavitud. Pero
con esta referencia al profeta, el evangelio de Mateo no sólo afirma que en la
vida de Jesús se reproduce la historia de su pueblo, sino que ese hijo al que Dios llama es Jesús, cuya
venida salvadora supera a todos los acontecimientos vividos por el pueblo de
Israel. Por ser el Hijo de Dios, Jesús está por encima de las figuras más
gloriosas, como Moisés. En el Mesías Jesús la historia del pueblo alcanza su
meta, porque toda ella fue una anticipación, anuncio y preparación de su
venida.
Al hablar de
la matanza de los inocentes, Mateo hace una nueva referencia a la Biblia,
citando esta vez a Jeremías (31,15), para recalcar la idea de que la historia
de Israel tiende a Cristo. El profeta alude en este caso a la tragedia vivida
por Israel en el exilio en Babilonia, que le resulta aún más dolorosa que la
esclavitud en Egipto. Para visualizar plásticamente este dolor, Jeremías pone
en escena a Raquel, antecesora del pueblo, enterrada en Ramá, cerca de Belén,
que grita desesperada por la suerte que padecen sus hijos, el pueblo de Israel,
a consecuencia de su infidelidad a la alianza con su Dios.
Interpretando
este hecho, Mateo saca de aquí la idea que domina todo su evangelio: Israel ha
ido a la ruina por su incredulidad. Pero el Mesías Jesús, asumiendo sobre sí el
pecado del pueblo y derramando su sangre como expiación, logra la salvación
para todo el que cree en Él, y da inicio al pueblo de la nueva alianza. El
drama cruento de Jesús, ligado solidariamente al de su pueblo, se presenta como
anticipado simbólicamente en la muerte de los inocentes de Belén. La sangre de
los niños de Belén prefigura la sangre del Cordero inocente, Jesucristo, que
borra el pecado del mundo.
Podemos
decir también que la matanza de los inocentes anticipa las incontables matanzas
de inocentes que se sucederán a lo largo de la historia. La injusticia y la
maldad humana siguen exterminando vidas de niños que mueren cada día por el
hambre, la guerra y la marginación. Podemos pensar también en tantos inocentes que
sufren violencia sin poder defenderse.
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