P.
Carlos Cardó SJ
Estaban juntos. El Resucitado se hace presente
en la comunidad. Siete, el número de los reunidos, simboliza totalidad, alude a
la universalidad que ha de caracterizar a la Iglesia. Se menciona a Pedro, que,
a pesar de las negaciones, sigue siendo el apóstol destinado a pastorear a la
comunidad. Su autoridad ha de estar inspirada por el amor al Señor (10, 1-18), buen
pastor, y a sus ovejas, que deben ser tratadas como hermanos y amigos (15,14s).
Voy a pescar, dice
Pedro. Es la misión de la comunidad. “Los he destinado para que vayan y
den fruto”. La iniciativa de Pedro arrastra.
Salieron, pero aquella noche no pescaron nada.
Sin el Señor, y de noche, la labor es infecunda: porque sin mí, no pueden hacer
nada, les había dicho (15,5).
El trabajo sin unión a Jesús no rinde. Ni siquiera saben dónde echar la red. El
Señor se lo dirá y recogerán fruto abundante.
Cuando amaneció. Jesucristo es la luz del mundo, la
aurora del sol que nace de lo alto. Pero ellos, concentrados en su esfuerzo, no
reconocen al Señor.
Muchachos, hijitos (13,33), les dice con afecto
personal. ¿Tienen pescado? Ellos responden secamente: No, mostrando toda su decepción.
Echen la red a la derecha.
El fruto que logren se debe a la docilidad a las palabras de Jesús, a su
mensaje.
Muchedumbre de peces. La
abundante pesca simboliza la entera comunidad de fieles, reunidos por la
predicación y esfuerzos apostólicos en la Iglesia. Y a pesar de ser tantos los
ganados para Cristo, la red de la Iglesia no se rompe, porque cuenta con las
promesas de Jesús (17,21-24).
La pesca concluye con una invitación del Resucitado a una comida, que
por la forma como está narrada es una alusión clara a la eucaristía. “Vengan a comer”. El evangelista Juan quiere
hacernos conscientes de la presencia permanente de Jesucristo Resucitado en el
banquete de la eucaristía (Jesús la explica en su discurso sobre del Pan de
Vida, en el cap.6). En ella está presente el Señor. Participar en la
eucaristía, aceptar el don de Jesús, implica el compromiso del discípulo a
asimilarse a la vida y muerte del Señor. Es el sentido del diálogo con Pedro
que sigue a continuación.
Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
Jesús le pregunta si puede aducir la única razón por la cual podría justificar
su pretensión de ser el primero: un amor mayor que el de los demás. Pedro no
podría afirmarlo, ha negado a su Señor. Por eso evita toda comparación y
simplemente expresa su cariño de amigo. Señor,
sí, tú sabes que te quiero. Ya no queda nada de su pretensión y obstinación
anterior. Ha aprendido que el amor a Jesús se demuestra no con declaraciones de
fidelidad, sino mostrándose disponible a servir como Él hasta dar la vida
(14,21: “El que ha hecho suyos mis mandamientos y los cumple, ése es el que
me ama”).
Jesús le dice Apacienta mis corderos. Hace ver a Pedro que su
amistad sólo es auténtica si se entrega a dar y promover la vida de los demás. Apacentar,
procurar pasto, significa alimentar, colaborar con Jesús en dar vida a sus corderos
y ovejas, es decir, a todo el
rebaño, a los pequeños y a los grandes, sin discriminación basada en la
importancia (o en todo caso, primero los pequeños).
Le preguntó de nuevo: Simón, hijo de Juan... y
la respuesta de Pedro es la misma; afirma su vinculación a Jesús como amigo y se
remite a su saber. Jesús le dice pastorea
mis ovejas, asociando al discípulo a su oficio de buen pastor, que se
entrega por las ovejas.
Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan ¿me quieres? Pedro
advierte que le pregunta por tercera vez porque tres veces lo negó, y se
entristece, se mueve a una rectificación total. Pedro había seguido al Señor
como quien vive sometido a un jefe. Lo que le pide Jesús es la adhesión que da
libertad, porque se basa no en la subordinación sino en la amistad. Pedro ha de
tener esto para dar su respuesta, que será la definitiva. Ahora ve que no puede tener secretos para
Jesús y que éste conoce perfectamente la calidad de su adhesión. Por eso dice: Señor, tú lo sabes todo…
Y Jesús con sus palabras, Apacienta
mis ovejas, sintetiza las dos invitaciones anteriores, moviendo a Pedro a considerar
como misión suya el hacer que los hermanos encuentren vida. Pero para esto,
tendrá que estar dispuesto a entregar su propia vida. Por eso añade Jesús: Cuando
eras joven…ibas donde querías, cuando seas viejo otros te ceñirán y llevarán
donde no quieras ir. Le predice con ello que su destino será dar su vida en
la cruz como Él. Dicho esto, añadió: Sígueme. Pedro inicia o recomienza
su discipulado, sigue los pasos de Jesús en su vida y en su muerte.
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