P. Carlos Cardó SJ
El óbolo de la viuda, grabado de
Jan Luyken de la colección de ilustraciones bíblicas de Phillip Medhurst que se
encuentra en Belgrave Hall, Leicester, Inglaterra
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En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir".
Junto con los huérfanos, las
viudas son en la Biblia el estamento social más pobre y necesitado. Dependen de
los demás para poder subsistir. Dios las auxilia y escucha. Por eso se le
alaba: Padre de huérfanos y defensor de
viudas es el Señor en su santa morada (Sal 68, 6). El hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al
extranjero dándole pan y vestido (Dt 10,18).
Tan clara es esta actitud de Dios
para con los necesitados, que el comportamiento moral propuesto por los profetas
como característico de la religión judía se resumía en esto: Juzguen con rectitud y justicia; practiquen
el amor y la misericordia unos con otros. No opriman a la viuda, al huérfano,
al extranjero o al pobre, y no tramen nada malo contra el prójimo (Zac 7,
10).
Por eso Jesús ha censurado
duramente a los escribas, maestros de la ley, porque cometen una abominación
que Dios no soporta: devoran los bienes
de las viudas con el pretexto de largas oraciones y por eso tendrán un juicio
muy riguroso (Lc 20, 47). Se refiere a las sumas de dinero que les entregaban,
suponiendo que ofrecían largas oraciones por ellas; y también a otra serie de
acciones que cometían, como por ejemplo: asesoraban judicialmente a las viudas
y les exigían estipendios aunque estaba prohibido; actuaban como fideicomisos
para administrar el patrimonio que les dejaban sus maridos y las defraudaban;
se hacían hospedar e invitar por ellas sin tener en cuenta sus escasos recursos.
Después de ese discurso, Jesús
–como señala el evangelio de Marcos– fue a sentarse frente a la Sala del Tesoro
del templo y vio cómo muchos ricos echaban cantidades considerables en las
arcas. De pronto observó algo que ni sus oyentes ni sus discípulos habían percibido:
el contraste entre los ricos que echaban de lo que les sobraba y una viuda
pobre que había depositado apenas unas moneditas, pero era todo lo que tenía
para vivir.
Jesús pondera la fe de la viuda,
puesta de manifiesto en la generosidad con que actúa, pero, además, dado el
acento social con que escribe el evangelista Lucas, se puede suponer que
critica con esas mismas palabras al injusto sistema de recolección de fondos
para el templo que significaba una carga para la modesta economía del pueblo y
podía conducir a la ruina a algunos, como aquella pobre viuda.
Indudablemente la confianza con
que esta mujer se abandona en las manos de Dios se contrapone diametralmente
con la autosuficiencia de los ricos, que se sienten obligados a dar únicamente
de lo que les sobra y muchas veces para lograr el
público reconocimiento.
Aquella viuda se convierte en
modelo de evangelio vivo y figura del propio Jesús, de quien dirá Pablo que, siendo rico, por nosotros se hizo pobre para
enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8, 9). Él no tuvo dónde reclinar la
cabeza pero no dudó en soportar fatigas y molestias para servir a los demás,
aun quedándose sin tiempo para comer. Su generosidad fue espléndida, sin
límites, como puede comprobarse en las acciones que realizaba en favor de las
multitudes hambrientas y de los enfermos. Y después de una vida de servicio culminó
su obra en el mundo con la entrega de su vida en la cruz.
Los discípulos están advertidos:
las instituciones religiosas pueden pervertirse cuando los métodos que emplean
no tienen en cuenta la situación real de las personas y las obligaciones
impuestas resultan gravosas a los pequeños y a los débiles. Y está también la
lección que se debe sacar de esa pobre mujer que con su gesto de generosidad y
confianza en Dios se yergue como la maestra que enseña a todos la lección más
importante del evangelio. El mensaje cristiano se transmite principalmente por
el ejemplo y testimonio de las personas que lo viven. Por eso muchas veces los pobres
nos evangelizan y liberan a la Iglesia de todo intento de poder y de abundancia.
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