P.
Carlos Cardó SJ
La
ascensión, óleo sobre lienzo de Gustavo Doré (1879), Museo del Petit-Palace,
París, Francia
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos».El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Se trata de un texto añadido al evangelio de Marcos en una época
muy tardía, quizá hacia la mitad del siglo II. La razón que se da a este
añadido es la desazón que causaba a las primeras comunidades el final tan abrupto
de Marcos, que cierra su evangelio con el miedo y huída de las mujeres del
sepulcro vacío (Mc 16, 1-8). Se buscó
por eso una prolongación de los relatos que condujeran a un final más adecuado.
De entre los diversos textos que se escribieron con este fin se
escogió éste, por armonizar mejor con la temática general del evangelio de Marcos.
Sin embargo, aunque se trate de un añadido, no deja de ser un texto inspirado y
canónico, que como tal fue sancionado por el Concilio de Trento. Más aún,
varios Santos Padres como Clemente Romano, Basilio, Ireneo, lo citan en sus
escritos pues, según ellos, no disonaba con el conjunto del evangelio y
contenía innegable valor para la Iglesia.
El texto refleja las inquietudes y preocupaciones de la primera
comunidad cristiana de Roma, en donde fue escrito este evangelio. Son
cristianos que han recibido la fe por el testimonio y la predicación de los
apóstoles. Ellos no han visto al Señor, pero fundamentan su fe en Jesucristo,
en el testimonio que les transmiten los primeros testigos.
Por eso el texto enumera los sucesivos testimonios aportados a la
comunidad. En primer lugar el de María Magdalena. Se alude a la acción sanante
realizada por Jesús en favor de ella, liberándola de siete demonios, es decir,
de siete males, siete enfermedades.
Luego se subraya el estado de tristeza y llanto en que estaban los
discípulos, que no creyeron en el anuncio de Magdalena: al oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no le creyeron. Viene
después la alusión a la experiencia de los de Emaús y el testimonio que dieron
a los demás y que tampoco fue aceptado. Por último, se menciona la aparición
del Resucitado a los Once reunidos en torno a la mesa. Y pone aquí el redactor
el envío en misión para anunciar la buena
noticia a toda criatura.
La comunidad aparece como el lugar para el encuentro con el
Resucitado. Jesucristo permanece en ella, con su palabra y sus acciones
salvadoras. Su poder salvador se prolonga en ella y por medio de ella.
Una preocupación de la comunidad debió de ser la permanencia y
actuación del misterio del mal en el mundo a pesar de la victoria de Cristo
Resucitado. Tendrán que abrirse a la fe/confianza en el Cristo vencedor que, no
obstante, sigue actuando también por medio de los creyentes, a quienes ha dotado
de poderes carismáticos para enfrentar el mal y vencerlo.
Jesucristo Resucitado es el verdadero fundamento de la fe de la
comunidad cristiana y por medio de ella continúa anunciándose y manifestándose
el reinado de Dios y la salvación para el que crea y se bautice.
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