viernes, 3 de abril de 2020

Las obras de Jesús (Jn 10, 31-42)

P. Carlos Cardó SJ
Jesús cura a un inválido en la piscina de Bethesda, óleo sobre lienzo de Jean Bernard Restout (Siglo XVIII ),  Biblioteca de Arte Bridgeman, Londres
Los judíos recogieron piedras para apedrearlo.Jesús les dijo: "Por encargo del Padre os he hecho ver muchas obras buenas: ¿por cuál de ellas me apedreáis?
Le contestaron los judíos: "Por ninguna obra buena te apedreamos, sino por la blasfemia, porque siendo hombre te haces Dios".
Jesús les contestó: """¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses? ". Si la ley llama dioses a aquéllos a quienes se dirigió la Palabra de Dios, y la Escritura no puede fallar, al que el Padre consagró y envió al mundo, ¿vosotros decís que blasfema porque dijo que es Hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a mis obras, y os convenceréis de que el Padre está en mí y yo en el Padre".
Último enfrentamiento de Jesús con los judíos. Ya antes lo han querido apedrear (Jn 8,59). Les resulta una ofensa a Dios decir que sus palabras son las del Altísimo y que sus obras corresponden a las de su Enviado. Jesús, por su parte, ha dicho de ellos que tienen por padre al diablo, mentiroso y homicida, y que por eso se muestran agresivos con él y lo quieren matar. Pero para ellos la cosa está clara: si lo dejan hablar, van a quedar desacreditados, ellos que son precisamente los representantes oficiales de Dios.
Jesús se defiende. No puede presentar testimonio humano alguno que valga para acreditar su misión de Mesías, pero sí puede apelar a las obras. Ellas hablan por sí solas: el resultado de los signos que realiza en favor de los enfermos y de los pobres, sólo Dios puede lograrlo. Con sus curaciones de enfermos y sus acciones en favor de la vida, Jesús rehace la creación rota por el pecado de los hombres, salva al mundo de la muerte, libera, da vida aun a quienes quieren lapidarlo.
Jesús califica sus obras de excelentes. Así son las obras de Dios. El Génesis lo dice al acabar la obra de la creación: vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno (1,31). Las obras del Hijo son igualmente excelentes. Nicodemo, personaje importante, miembro del grupo de los fariseos, lo había reconocido: Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos; nadie, en efecto, puede realizar los signos que tú haces si Dios no está con él (Jn 3,2).
Y porque lo sabían muy bien, los que tenían enfermos de diversas enfermedades se los llevaban y toda la gente quería tocarlo, porque de Él salía una fuerza que los sanaba a todos (Lc 6,19). Manifestaba especial compasión ante las multitudes hambrientas y abandonadas (Mc 6,34; 8,2s; Mt 9,36; 14,14; 15,32), hizo ver a los ciegos, oír a los sordos, andar a los inválidos, hizo presente el amor perdonador de su Padre para los pecadores y los perdidos.
Su fama de compasivo se extendió por todas partes y los afligidos no dudaban en invocarlo como a Dios mismo: ¡Kyrie eleison! ¡Señor, ten piedad! (Mt 15,22; 17,15; 20,30s). Con todas estas acciones Jesús continúa la obra de su Padre: Mi Padre trabaja y yo también trabajo (Jn 5,17).
No obstante, los judíos replican: No es por ninguna obra buena por lo que queremos apedrearte, sino por haber blasfemado. Pues tú, siendo hombre te haces Dios. Querían otra manifestación de Dios porque creían en otro Dios. Mantenían la idea de un dios distante e inaccesible, al que se podía complacer con ofrendas, sacrificios, tradiciones y normas y en quién podían basar su autoridad de jefes y maestros, con todas las ganancias que ello les reportaba.
En Jesús, en cambio, en su humanidad, en su manera de ser hombre, se revelaba un Dios diferente: Dios de misericordia y de gracia, Dios que sigue dando vida por medio de su Hijo. Las obras de Jesús sólo pueden provenir de Él. Jesús, por lo tanto, no blasfema; ese es su argumento. Y entran así en crisis todas las formas e imágenes erradas con que se concebía a Dios en su relación con los hombres.
Si se tiene en cuenta, finalmente, que el contexto en que Jesús habla de sus obras es el de la fiesta de renovación del templo, no cabe duda de que una vez más Jesús habla de sí mismo como el templo verdadero, para la adoración de Dios en espíritu y verdad (Jn 4,23), templo indestructible que en tres días se levantará de nuevo (Jn 2, 19), templo en el que resplandece la gloria del Padre y desciende a nosotros su Espíritu para al perdón de los pecados (Jn 20, 23) y para guiarnos al conocimiento de la verdad completa (Jn 16, 13).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.