jueves, 28 de febrero de 2019

El escándalo (Mc 9, 41-50)

P. Carlos Cardó SJ
Maderas con piedras de molino, óleo sobre lienzo de Paul Cezanne (1894), Fundación Barnes, Filadelfia, Estados Unidos
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros".
Después de su exhortación a la tolerancia, el evangelio ilumina otros aspectos de la vida, que tienen que ver con el seguimiento de Cristo y la lucha contra el mal.
Dice Jesús: Todo el que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son ustedes de Cristo, no quedará sin recompensa. La tolerancia va siempre acompañada de la magnanimidad. Hasta los más pequeños gestos de atención y acogida del prójimo, como dar un vaso de agua, son significativos, tocan personalmente al mismo Cristo.
A continuación, Jesús hace ver, con una frase de gran severidad, aquello que constituye lo contrario del servicio: el escándalo. Escándalo es toda acción, gesto o actitud que induce a otro a obrar el mal, o causa en él un mal moral de consecuencias muy negativas. Los pequeños, los niños, y la gente sencilla creen ya en Dios, pero las acciones y conducta de los mayores pueden hacerles difícil la fe.
Nada hay más grave que inducir a pecar a los débiles o herirlos en su sagrada dignidad, violentándolos por el poder o la fuerza que se tiene o por estar situados frente a ellos en un nivel de superioridad. La advertencia es tajante: quienes no respetan a los pequeños o se convierten en sus seductores o vulneran su dignidad acaban de manera desastrosa.
Pero no solamente se puede escandalizar a otros, sino que uno puede también ser escándalo para sí mismo. En este sentido, Jesús nos exhorta a que tengamos cuidado con nosotros mismos y miremos nuestro interior, de donde surgen los conflictos. Así mismo es necesario que cada cual se pregunte dónde radican las posibles ocasiones de pecado, para renunciar a ellas y evitarlas.
Las frases de Jesús: Si tu mano, tu pie o tu ojo son ocasión de escándalo…, córtatelo, obviamente no significan mutilación. Son imágenes hiperbólicas, gráficas y de gran fuerza expresiva; con ellas lo que Jesús nos dice es que debemos llegar a una opción firme y decisiva por un estilo de vida que refleje los valores del evangelio.
Es lo mismo que dijo Jesús a propósito de los que quieren ser los primeros y han de optar por ser servidores de los demás, o a propósito de quienes, por haber descubierto el tesoro escondido, deciden dejarlo todo para obtenerlo. En este caso, se trata de “entrar en la vida”, en la vida del Reino, que es el bien supremo.
Decidirse por llevar una vida conforme a los valores del Reino implica modificar el uso que damos a cosas que pueden ser muy apreciadas. Toda opción implica renunciar a otras posibilidades que pueden ser válidas y preciosas, pero que no pueden mantenerse junto con el bien mayor que se ha elegido. No podemos leer estas advertencias de Jesús en clave moralista y ascética. Está de por medio la alegría que motiva y orienta hacia la plena realización de nuestra persona en Dios.
Hay un comentario a estas frases de Jesús que puede resultar iluminador: con la mano uno coge, toma posesión. Con el pie, uno se encamina hacia lo que quiere. Con el ojo uno descubre lo que desea poseer. Posesión, voluntad y deseo. Todo es bueno, pero puede desordenarse. Debo preguntarme: ¿a qué me aferro?, ¿qué persigo?, ¿qué ansío tener?  

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