P. Carlos Cardó SJ
Diversidad, de Nataly Rodríguez Utrilla (14 años – nacionalidad peruana), ganadora del Concurso Internacional de Pintura “Mi pueblo, mi Planeta” (2010), Green Bees, Francia |
Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”.
Dice el evangelio que en cierta ocasión Juan el apóstol le dijo a Jesús que habían visto a uno expulsar demonios en su nombre y se lo habían prohibido porque no formaba parte de su grupo. Querían tener la exclusiva, el monopolio de Jesús.
Probablemente Marcos escribe este texto pensando en las polémicas y grupos que surgieron dentro de la primitiva Iglesia. Recuerda a este propósito la exhortación que hizo Jesús a sus discípulos para que evitaran el sectarismo, procurando que las diferencias no sean causa de división, sino que contribuyan a una mayor riqueza de la comunidad mediante el respeto a la diversidad. En una institución como la Iglesia no puede dejar de haber diferencias entre sus miembros, es completamente natural. Por eso, pretender imponer una uniformidad sería echar por los suelos la variedad de carismas, dones y servicios que el Espíritu suscita en la comunidad para el bien de todos. Por eso, se debe siempre procurar presuponer que el otro, aunque no piense o actúe como yo, es movido por un buen espíritu, mientras no se demuestre lo contrario. Si el otro busca sinceramente servir a Cristo y a los hermanos, la actitud cristiana ante él ha de ser de respeto.
Es muy sabia y de gran actualidad a este propósito la actitud que San Ignacio exige en el que da los Ejercicios respecto a quien los recibe: debe estar dispuesto en todo momento a defender la postura del otro –su modo de pensar o de actuar, su religiosidad y espiritualidad propia, sus costumbres y modos de trabajar por los demás, etc.- y no a condenarla. Y si no la puede defender, ha de procurar dialogar, interrogarlo para ver cómo la entiende; y si está equivocado, le ha de corregir fraternalmente; y si esto no bastara, habría que buscar otros medios de ayuda más convenientes (cf. Ejercicios Espirituales, 22).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.